Como he dicho muchas veces, una de las mejores cosas de WordPress (aparte de su comunidad) es el enorme ecosistema de plugins disponibles que permiten implementar prácticamente cualquier funcionalidad que necesites para tu web, a no ser que sea súper específica.
Y en efecto hay tantísimos plugins disponibles (más de cincuenta mil en estos momentos, sólo en el repositorio de WordPress) que muy a menudo hay gran cantidad de alternativas para una funcionalidad. En ese caso, ¿cómo elegir qué plugin utilizar? ¿Cómo saber cuál de las diferentes alternativas será mejor? Y, sobre todo, ¿cómo puedo reconocer qué plugins hay que evitar?
Beneficios y desventajas de los plugins
Seamos sinceros: un WordPress «a pelo», en su instalación por defecto, es bastante poco útil. Como un niño: lleno de posibilidades, pero incapaz de hacer prácticamente nada sin ayuda.
Pero WordPress tiene una potentísima API para plugins, los hooks, unas funciones que permiten ampliar sus capacidades de forma virtualmente ilimitada. Y ahí es donde entran los plugins, facilitando la vida a los usuarios y permitiendo implementar en WordPress prácticamente cualquier funcionalidad que se te pueda ocurrir.
Incidencia en el rendimiento y la velocidad de la web
Pero los plugins también tienen su lado oscuro. Por un lado está el hecho de que un exceso de plugins puede incidir negativamente en el rendimiento y velocidad de la web. Esto es prácticamente inevitable: por un lado la carga de scripts y estilos y por otro las consultas a la base de datos, hacen que cada plugin (unos más y otros menos, claro está) incida un poquito en el rendimiento y la velocidad. Y muchos poquitos…
En esto hay, como en todo, plugins y plugins. O, mejor dicho, programadores y programadores. Es inevitable incluir opciones de usuario en un plugin, de forma que se pueda adaptar a las diferentes configuraciones (si no sólo serían útiles en un número muy pequeño de webs), pero hay quienes serializan los datos para utilizar un sólo acceso a la base de datos y quienes registran opciones a cascoporro, accediendo una y otra vez a la base de datos para consultarlas.
De la misma forma, los hay que pecamos de parcos a la hora de registrar scripts y quienes lo hacen como si no hubiera mañana. Reconozco que un poco de JavaScript puede ayudar a hacer el plugin más usable, pero registrar scripts de forma indiscriminada en el frontend (a veces sin ni siquiera respetar las versiones que WordPress ya registra por defecto) entra de lleno en la clasificación de mala praxis.
Pero muchas veces también es culpa de los usuarios, en especial los más novatos, que piensan que lo mejor para que una web sea «la más chula del barrio» o para vender más debe tener todas las funcionalidades habidas y por haber, y cuantas más, mejor.
Y claro, el resultado es el que tenía que ser: que para poder empezar a cargar la página WordPress tiene que cargar cincuenta scripts (y no de forma asíncrona) y treinta hojas de estilos y hacer doscientas consultas a la base de datos. Añádele una de esas plantillas «aquí cabe todo» de las que venden en ThemeForest, y tienes un bonito entretenimiento: concretamente para entretenerte entre siete y diez segundos con cada carga de página.
La cara oscura de los plugins
Esa no es, por supuesto, la única desventaja de los plugins, hay otras, quizá la más grave es la de que exigen cierto grado de responsabilidad por parte del usuario. Por no alargarme demasiado:
- Requieren actualizaciones, y hay que instalarlas. Las actualizaciones no son capricho del programador, si se publican es por tres razones: implementan mejoras, resuelven problemas o previenen problemas.
- A veces no se llevan del todo bien con otros plugins o con la propia plantilla. El ecosistema de WordPress es, como ya he dicho, enorme, y es imposible prever todas las situaciones, por muchas pruebas que se hagan.
- Pueden generar fallos de seguridad en la web, y con esto vuelvo a primer punto: ¡actualiza! Y si no que se lo digan a Mossack Fonseca y su Slider Revolution desactualizado.
- Si no se actualizan (bien por parte del programador, bien por parte del usuario) pueden dejar de funcionar con las nuevas versiones de WordPress.
En pocas palabras, requieren doble atención: el programador debe mantener el código seguro, útil y actualizado, y el usuario debe preocuparse de instalar estas actualizaciones (o bien de delegar ese trabajo).
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Cómo elegir bien los plugins para tu web
Una vez que sabemos qué aspectos de un plugin hay que tener en cuenta y cómo pueden incidir en nuestra web (ahora o en el futuro) es hora de aprender a tomar decisiones correctas.
Porque el problema es doble: por un lado, tenemos que decidir si instalar o no un plugin (ya hemos visto el por qué, ahora veremos el cómo decidirlo) y, en caso afirmativo, cuál de las alternativas posible elegir. Porque alternativas no hay pocas:
Más de cincuenta y dos mil plugins, sólo contando los gratuitos del repositorio oficial (entre los que me enorgullece poder tener alguno propio) en el momento de escribir esto. Si a ello le sumamos la amplia oferta de plugins premium, la cifra es desorbitada.
Así que vamos a ver cuáles son las cinco preguntas que deberías hacerte cada vez que vayas a instalar un plugin y que te ayudarán a decidir si instalar ése u otro, o incluso no instalar ninguno.
1. ¿Qué problema o necesidad te resuelve el plugin?
¿Realmente necesitas esa funcionalidad, o solamente crees que «quedará bien»? ¿Realmente necesitas «eso» (sea lo que sea) en tu web, o lo quieres porque lo has visto en otras?
Por regla general deberías instalar un plugin por una de estas razones:
- Resuelve un problema de la web
- Cubre una necesidad, tuya o de tus visitantes
- Mejora la tasa de conversión
Y el problema suele estar en este último punto. Porque es fácil darse cuenta de si uno necesita o no, por ejemplo, un plugin para emitir facturas, pero ya no es tan sencillo dilucidar si, por ejemplo, ofrecer una vista previa del producto en la página de la tienda te ayudará o no a vender más.
Porque dentro de «mejorar la tasa de conversión» pueden entrar cosas tan diversas como marketing, SEO, velocidad de carga… Así que éste suele ser el cajón desastre, el comodín, que hace que «se nos vaya el dedo» instalando cosas.
En este caso la respuesta es sencilla: mide. Realiza tests A/B, compara resultados de ventas, conversiones o beneficios con y sin la funcionalidad. Pero sé estricto: si un plugin no introduce una mejora objetiva y evidente en la web, plantéate prescindir de él.
2. ¿Cuenta el plugin con las opciones que necesitas?
Es decir, ¿te va a resolver el problema completamente, o bien te va a generar nuevos problemas? ¿Necesitarás un segundo plugin en conjunción con ese para cubrir por completo tu necesidad?
Aquí no hay mucho que hablar. Ya hemos dicho que hay miles de alternativas disponibles ahí fuera, así que si el plugin no se adapta a lo que tú necesitas al cien por cien o si hacerlo funcionar va a requerir de otros plugins adicionales, no merece la pena. Busca otro.
3. Al instalar el plugin, ¿se rompe algo?
A ver, a veces es inevitable que surjan incidencias técnicas. Como he dicho, el ecosistema de WordPress es enorme y pueden haber incompatibilidades. Pero para eso está el soporte (y ahí viene el siguiente punto), para resolverlas.
El problema es cuando no contamos con soporte o, directamente, el plugin está mal programado. Hay plugins que utilizan mal los filtros y dejan inservibles otros plugins que lo hacen correctamente, o plugins que utilizan funciones de PHP posteriores a la versión que hay en funcionamiento en tu servidor.
De nuevo: no merece la pena. Busca una alternativa.
4. ¿Cómo afecta el plugin al rendimiento de la web?
Después de mucho buscar encuentras el plugin perfecto: hace exactamente lo que tú necesitas, tienes las opciones que buscabas, y la funcionalidad va de maravilla… pero enlentece la web. ¡Ni te lo plantees! Si afecta de forma evidente al rendimiento o a la velocidad de carga de la web, entonces no es el plugin perfecto: va a ser un lastre para el SEO y va a hacer que tu tasa de conversión caiga en picado.
Sobre este tema hay mucho de qué hablar (cómo medirlo, qué herramientas utilizar, etcétera), así que lo haré en extenso próximamente.
5. ¿Cuenta con soporte y actualizaciones?
Por último, y casi de pasada porque ya lo he ido mencionando en los otros apartados, está el tema del soporte y las actualizaciones.
En el caso de los plugins gratuitos del repositorio, antes de elegir uno de ellos echa un vistazo al foro de soporte y a la fecha de la última actualización. Si los usuarios preguntan o reportan fallos y nadie responde, o si lleva meses (¡o años!) sin actualizar, busca una alternativa.
En el caso de los plugins premium, plantéate esto: ¿durante cuánto tiempo te será útil un plugin, si no tienes derecho a actualizaciones?
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